martes, 16 de noviembre de 2010

"CANTAR DE LOS NIBELUNGOS"



Así termina el "Cantar de los Nibelungos":

I'ne kan iu niht bescheiden / was sider da geschach:
 wan ritter unde vrouwen / wein man da sach,

 dar zuo die edeln knehte, / ir lieben friunde tot,
 hie hat das maere ein ende: / das ist der Nibelunge not.

 No puedo referir qué pasó después.
 Caballeros, mujeres y nobles escuderos lloraron
 a sus queridos amigos muertos.
 Aquí la historia tiene fin: éste es el Pesar de los Nibelungos.

   La leyenda de los Nibelungos y de Sigfrido constituye la creación más considerable de la epopeya germánica, y, gracias a la ópera de Wagner, es hoy día universalmente conocida.
   Los núcleos originarios de esta leyenda parecen derivar de tradiciones antiquísimas de tipo mitológico, que adquirieron la primera forma literaria a la que podemos remontamos en cantos o eddas posiblemente creados en los siglos VIII a XI, transmitidos oralmente, y luego confiados a la escritura en el XII o el XIII. Esta labor, realizada en Islandia, Groenlandia y Noruega, parece basarse en temas legendarios sobre Sigfrido (Sigurdh en los textos nórdicos), nacidos entre los francos del bajo Rin, y en leyendas burgundias del alto Rin sobre la figura de Gunter, trasunto del histórico Gundakar, rey burgundio que en el año 437 fue vencido por los hunos. Al parecer, los textos éddicos reflejan con cierta fidelidad la trama y el espíritu de las primitivas leyendas renanas.
    En relación con las versiones primitivas germánicas y de los cantares éddicos, el Cantar de los Nibelungos desarrolla la trama con curiosas innovaciones: la más importante es la interpretación favorable de Atila y de los hunos, que son presentados con simpatía como pacíficos y justos, siendo así que el personaje de Krimilda corresponde, según una antiquísima tradición, a la histórica princesa Hildiko, la cual, para vengar a los germanos, se habría casado con Átila y lo habría asesinado en la noche de bodas. Por otro lado, en la antigua versión nórdica Sigfrido, antes de conocer a Gunter, había realizado ya un viaje a Islandia y había salido victorioso de las pruebas impuestas por Brunilda, lo que da más intensidad al posterior odio de ésta.
   El autor del Cantar de los Nibelungos combinó varias tradiciones, que fue amoldando a la estructura y ordenación general del poema, donde el concepto de la venganza, personificado en la magistral figura de Krimilda, adquiere un patetismo heroico y una implacabilidad obsesionante. Krimilda es, de hecho, la figura central del poema: delicada, tierna e ingenua en su juventud, mientras vive Sigfrido; brutal y sanguinaria en su madurez y empeñada en el terrible duelo con Hagen, que no cesará hasta que ella colme sus deseos de venganza. Quien leyera escenas aisladas del principio y del final de los Nibelungos creería que se trata de dos figuras femeninas distintas, pero cuando se sigue el poema paso a paso se advierte que el autor, verdadero artista y penetrante psicólogo, ha hecho que tal transformación sea perfectamente natural, matizada con rasgos significativos que justifican plenamente la evolución de su carácter. La escena de la discusión entre Krimilda y Brunilda es un constante acierto en la captación de la psicología femenina y revela maduras dotes de observación.
   El gran poema alemán fue objeto de nuevas adaptaciones en la Edad Media y en el  Renacimiento, y su influjo se deja notar en algunos cantares de gesta franceses tardíos y tal vez en la leyenda castellana del cerco de Zamora, donde la muerte del rey don Sancho a manos de Bellido Dolfos parece inspirada en la de Sigfrido por Hagen.

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