jueves, 13 de enero de 2011

WILLIAM SHAKESPEARE


    De la vida de uno de los más grandes genios que ha dado la literatura universal, no son muchos los datos seguros que se poseen. Nació en Stratford-onAvon en 1564, fue hijo de un comerciante acomodado. Poco se sabe de su formación académica, lo más probable es que realizara estudios primarios en la escuela de su ciudad y que la abandonara pronto para trabajar como aprendiz de algún oficio. Se sabe que se casó a los 18 años y que pronto se vio con 3 hijos. Durante años su pista se esfuma y reaparece en Londres en 1592, cuando comenzó a ser conocido como actor y autor. Formó parte de varias compañías teatrales, incluida la más importante de ellas, protegida por el Lord Chamberlain. Sus éxitos se sucedieron y pronto alcanzó una posición económica desahogada, hasta el punto de que en 1599 ya había creado su propia compañía, con la que se instaló en el teatro The Globe. Durante estos primeros años en Londres, se dedicó especialmente al drama histórico y a la comedia, en ocasiones refundiendo obras de otros autores coetáneos o tomando como punto de partida obras de otras épocas y literaturas.
   El cambio de siglo fue un punto de inflexión en la producción de Shakespeare. Su obra abandonó el tono cómico y se adentró en terrenos sombríos y de una profundidad sobrecogedora. Fue la etapa de sus más grandes tragedias ("Hamlet", "Otelo", "El rey Lear", "Macbeth"). Solo "Romeo y Julieta", tragedia igualmente grandiosa, fue creada en su etapa anterior.
   Pasados unos años volvió a dar un giro en su carrera, regresando a la comedia. Su última obra, "La Tempestad", que figura también entre sus mejores creaciones es de 1611.
   De todo este tiempo en el que Shakespeare daba al teatro algunas de las más importantes obras de la historia, se ignoran los detalles íntimos de su vida. Sí se sabe que en los últimos años vivió retirado en su ciudad natal, donde había adquirido importantes propiedades. Murió el 23 de abril de 1616.

EL TEATRO DE SHAKESPEARE

   Las 37 obras que conforman la producción dramática de Shakespeare constituyen tal vez el legado más impresionante de las letras inglesas. Su singularidad no se debe, sin embargo, a los planteamientos y los esquemas con que construía sus obras (para los que asumió las directrices que impuso el teatro isabelino) ni a la originalidad de las historias que abordaba, tomadas la mayoría de obras anteriores. Su grandeza hay que buscarla en:

a) Su estilo es asombrosamente rico: el dominio extraordinario de la lengua inglesa que el autor muestra le permite abarcar con maestría desde la expresión más exquisita y sublime hasta el gracejo del habla popular.

b) Tan potente riqueza estilística se puso al servicio de una aguda capacidad para impulsar los resortes de la emoción, de manera que el espectador no puede permanecer indiferente ante las palabras de sus personejes.

c) Elevó a sus criaturas a la categoría de personajes universales, al encarnar las pasiones más arrebatadoras (amor, celos, envidia, ambición...), pero sin someterlos al corsé deshumanizador de los prototipos.

d) Particularmente valiosa es su concepción del personaje cómico (clown) como contrapunto de los personajes más graves. Si en otros autores este personaje sirve para poner la nota cómica y aliviar la tensión de las situaciones dramáticas, en Shakespeare adquiere otra dimensión: sus intervenciones, sin perder el tono irónico, alcanzan en ocasiones auténtica hondura filosófica, de modo que el humor es con frecuencia más amargo que burlesco y la tensión dramática no se aligera, sino que se refuerza.

LAS COMEDIAS
 
   El enredo de raíz clásica (Plauto, Terencio) e italiana fue el punto de partida para la creación de las comedias de Shakespeare. En ellas el autor estudia todas las clases sociales, por lo que constituyen un reflejo de la sociedad. Sin embargo, sus personajes están lejos de ser meros estereotipos, sino criaturas de carne y hueso perfectamente individualizadas. Sin pretender ser aleccionadoras, de sus comedias se infieren los peligros de las actitudes nocivas, pero siempre se resuelven felizmente.
    Son buena muestra de todo ello las comedias de la primera etapa del autor, entre las que destacamos "La comedia de las equivocaciones", "El mercader de Venecia", "La fierecilla domada", "Sueño de una noche de verano", "Las alegres comadres de Windsor"...Aunque predomina en las tragedias el tono burlesco, algunas de ellas se tiñen de gravedad y melancolía. Es lo que se observa en las comedias que escribió en la misma época de sus grandes tragedias: "A buen fin no hay mal principio", "Medida por medida".  De su última estapa destaca "La Tempestad", en la que la fantasía y la magia colman de lirismo una obra optimista y serena.


LAS OBRAS HISTÓRICAS

  Una de las fuentes principales en el desarrollo del teatro isabelino fue la propia historia de Inglaterra. El pueblo inglés, que vivía con el reinado de Isabel I una relativa situación de paz, reclamaba con verdadero entusiasmo ahondar en el pasado cruento y belicoso de su país. Shakespeare no fue insensible a esta demanda, y escribió diez piezas históricas, entre dramas y tragedias, la mayoría durante la última década del siglo XVI: "Enrique IV", "Ricardo III", "Ricardo II", etc. El interés de estas obras no radica ya en las circunstancias o los episodios concretos del pasado, sino en la pasión con que se presentan las ambiciones humanas, relacionadas con el poder.

LAS OBRAS ROMANAS

  Los entresijos del poder también fueron sondeados por Shakespeare en la historia de Roma. Tampoco interesa aquí lo puramente histórico, sino la profundización en los conflictos internos de los personajes. La tiranía, la justicia, el deber patriótico son algunos de los temas sobre los que reflexiona el autor en estas obras, en ocasiones sacudidas por un vendaval de violencia: "Tito Andrónico", "Julio César"...

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